En enero del 2008 empecé este blog. La intención original, cuando dije "mmmm, voy a hacer un blog", fue para hablar de mis vivencias como emigrante, y para compartir un poco la información que dificultosamente se va recopilando en el trayecto, de forma de ayudar a los que están un poco más atrás que uno. De hecho, así lo enuncié, orgullosa. Y estas son las alturas en las que todavía estoy aquí.
Hoy finalmente puedo retomar el tema, ya que ahora si que si que si que me voy. Yo sé que después de casi tres años cacareando casi nadie me cree, y los que me creen no me toman en serio. No los culpo! Pero sepan: ya tenemos pasajes. Somos los orgullosos dueños de tres pasajes con destino "Imperio: el viejo mundo" (dos humanos y un felino) con fecha de partida próxima. Demasiado próxima.
A pesar de haber pensado, analizado, meditado, gritado, discutido, e interiorizado al respecto, hoy, que ya tengo los pasajes y bastantes cosas organizadas, tengo como unas ganas de llorar que me empiezan en la barriga, y unas mariposas de primer beso en la garganta. Diría yo, sentimientos encontrados. Por un lado, estoy loca por irme, ya que he pasado mucho tiempo en una especie de punto y coma, en el que la historia avanza un poquito y luego se detiene porque nos vamos. Por el otro, pues lo obvio. La mamá y el papá que se quedan acá. La hermana que voy a ver cada muerte de obispo y salen tres lagrimitas así solas, sin preguntar. Los panas que sé que no voy a ver más nunca, y los que veo todos los viernes y voy a ver una vez al año, si acaso. La bendita playa, que la deberían prohibir para que deje de ser algo más a extrañar. Las arepas no, porque confío en que me van a regalar un tostiarepa nuevecito de regalo de despedida.
Por lo menos me puedo llevar a mi gato, y es un poquito de hogar que me acompaña a donde sea, así sea a coñazos dentro de una caja.
Pobre gato. No tiene idea de lo que le espera. Además el inocente no habla italiano, y no me imagino la confusión en lo que se le acerque un paisano y le diga "bupiri bapiri?"
Pero bueno, ya estamos casi listos, casi idos, y me estoy preparando mentalmente para llorar como una magdalena hasta por las propagandas de la quinta Leonor de aquí a que me monte en el avión.
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