Tengo que vender mi carro. Esto me tiene por el piso porque es mi amado y fiel pollo, mi Twingo que nunca me dejó botada, que nunca me pidió un respuesto, que nunca llamó la atención de ningún malandro para que me asaltaran, con todo y que era amarillo "tornasol". Es tan low-profile que aunque tuve varias oportunidades, nunca me decidí a cambiarlo.
Es mi primer y único carro. Y aparentemente, el último por bastante tiempo, ya que según las lenguas, algunas buenas y otras malas, por allá como que los carros no son buena opción para los limpios. Yo espero que eventualmente supere mi condición de inmigrante aterrorizada y salte la talanquera nuevamente hacia el otro lado, pero mientras tanto, he de resignarme a decirle adiós al manejo.
Me dicen mis amigos españoles y canadienses que extrañan manejar en Venezuela. Yo supongo que extrañan el poder manejar a todas partes sin preocupaciones y sin sacar muchas cuentas (yo gasto en gasolina alrededor de USD 1 al mes, sin exagerar), y el manejo warfare venezolano. Entre las motos, que son cientos de miles, zumbando como locos entre los carros a 80 kph, rozando retrovisores y pateando a los imprudentes que pretenden cambiarse de canal (a quien se le ocurre?), los carritos por puesto y los taxistas, que frenan de golpe en los lugares más absurdos y luego andan encima de la gente para que se quiten, los huecos ninja (aquellos que aparecen de la nada, como detrás de un policía acotado), los huecos fantasma (esos que no deberían estar allí, como por ejemplo las alcantarillas sin tapa y los charquitos inocentes), los huecos infernales (esos que tienen hasta cabillas dobladas hacia los cauchos), y los huecos normales, salir a la calle se convierte en toda una aventura al mejor estilacho de Mario Bros.
¿Como explicarle a un extranjero la inigualable sensación de caer en un hueco ninja? Primero hay un segundo de silencio, luego se siente un coñazo durísimo en el carro, lo cual suele generar un sustazo con palpitaciones y un poquito de dolor de cabeza, seguido por un "coñoelamadre sorry carrito". Y el ruido de las moneditas doradas saliendo del amortiguador, porque ese hueco segurito que te costó real.
Una vez estaba en la cola de un semáforo, cambiándome de canal lentamente porque delante de mi había un árbol caído, y de pronto sentí un bajón de más o menos medio metro, un coñazo durísimo, y un subidón, quedando nivelada al final. Ni siquiera menté la madre, porque estaba aterrada: no entendía que diablos había pasado. Alrededor mío la gente me miraba espantada, porque tampoco entendían, y yo no movía el carro ni un centímetro, ya que me sentía al borde de un precipicio al cual podía caer en cualquier momento. Aún seguía mirando aterrada a mi alrededor cuando se detuvo un motorizado (el único amable que queda en Caracas, y qué suerte que me lo gané yo), que me explicó que había metido la rueda delantera en una alcantarilla sin tapa, y que la tenía entre la rueda de adelante y la de atrás, y pacientemente procedió a darme instrucciones "gírala gírala gírala retrocede gira otra vez más más más ya saliste". No me había recuperado del susto, cuando más adelante caí en un hueco inmenso, con cabillas salidas y todo. 1 hueco fantasma + 1 hueco infernal = 1 vida.
Y esto es sin contar lo salvaje del manejo venezolano! Aquello de que mis compatriotas son amables, alegres y que hacen un chiste de todo, se acaba en el momento en el que uno se monta en el carro y arranca. En una ocasión, saliendo de una panadería, me tiraron el carro siete veces (léase, 7), antes de poder sacar el retroceso y meter primera. No se si lo saben, pero los seguros de los twingos son más caros de lo normal, ya que según las aseguradoras, los twingos y los kaa son muy "siniestrosos". Esto lo se de primera mano, ya que aunque nunca he chocado, el hecho de manejar un carrito amarillito chiquitito como un huevo, hace que los carrotes más grandes asuman que automáticamente van primero que tú (qué Autana que se respete va a frenar por un Twingo?). Esto genera que los conductores de este tipo de carro seamos bastante agresivos. Es eso, o nunca nos incorporamos a la avenida.
Definitivamente, voy a extrañar mi carrito.
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