Una de las cosas que más me gustan de Italia es lo dramático de sus habitantes. Cuando uno viene de Venezuela, está acostumbrado a un bombardeo amarillista de noticias dramáticas y catastróficas que por lo general implicarán un cambio de carrera, de hábitos, o al menos, de planes. El periódico italiano es, en general, francamente aburrido. Salvo uno que otro caso de corrupción administrativa en el gobierno, los cuales son promocionados con bombos y platillos hasta que el malhechor renuncia a su cargo y se ponga a la orden, uno que otro antojo de la naturaleza (un pequeño terremoto aquí, un poquito de nieve por allá, un palo de agua horroroso que hizo que a las monjitas del Vaticano se le mojaran las faldas), aquí no pasa mucho como para que haya algo que contar. Y cuando finalmente pasa algo importante, esta gente lo sufre en carne propia y es hasta un poquito descorazonador verlos. Por ejemplo, hace unos meses pusieron una bomba en un colegio en el sur y mataron a una muchachita. Algo relacionado con la mafia y una entrevista que había dado la chamita en las noticias, no estoy segura. Lo que sí sé es que eso fue motivo de luto nacional, se cancelaron los eventos planificados para el día (lo cual hizo que yo perdiera un viaje de más de una hora, ya que era la noche de los museos), y las noticias retumbaron por días con el tema. La gente lloró, prendió velas e hizo vigilias. Un micro terremoto en Roma fue lo mismo: los vecinos pasaron la tarde en los parques narrando una y otra vez lo que estaban haciendo cuando sintieron el temblor, y explicando a quien quisiera escucharlos que estaban asustados y no querían dormir en sus casas esa noche.
Supongo que por esta razón, los reporteros redactan las noticias como una novela. Me encanta leer las noticias italianas: es un guilty pleasure. Me siento como si estuviera leyendo a Corin Tellado. Hace unas semanas, dos muchachos discutían en Roma sentados en un muro que de un lado tiene la calle y del otro lado, las orillas del Tevere. Pero antes del agua hay una acera ancha, y la altura del muro es de unos tres pisos. Pues en el calor de la discusión, la chica se cayó para atrás y se partió la cabeza como un coco. Se la llevaron corriendo al hospital, pero nada, era demasiado tarde. Al día siguiente, el muchacho lleno de arrepentimiento y culpa, decidio saltar como un sapo demente en el mismo sitio que había caído su dulce Julieta, quien por cierto estaba borracha hasta las ñángaras, y quedó en coma. Los periódicos siguieron esta historia con lujuria y pasión, hasta que finalmente, yo me aburrí de esperar a que el chico despertara.
Hoy, leo la siguiente noticia, en primera plana del periódico romano:
"Villa Borguese, Iguana de un metro y medio encontrada en una cajita por un agente a caballo"
Y lee así:
Una iguana en Villa Borguese.
Abandonada en un banco del parque en una pequeña cajita. Al descubrirla, el agente a caballo del parque sospechó del paquete y se acercó para comprobar el contenido. Para su sorpresa, descubrió una iguana de un metro y medio de largo respirando a través de los agujeros hechos por su anterior propietario. Inmediatamente, alertó al personal del Servicio Central del Cuerpo Forestal para que recogieran al animal, que se encontraba en un evidente estado de estrés.
En las últimas semanas, el servicio ha intervenido en varios casos de abandono y recuperación de animales peligrosos y exóticos para asegurar el bienestar de los ciudadanos de la capital. Basta pensar en la Pitón Real que paseaba por las calles de Prenestino, o a las dos peligrosas tortugas mordedoras recuperadas en Lazio.
Obviamente, tuve que leer la noticia de las peligrosas tortugas mordedoras, porque no me imaginaba como una tortuga podía ser una amenaza para los transeuntes. Los trabajadores del cuerpo forestal aparecen en la foto como si fueran Mulder y Scully, agarrando a un pobre morrocoy que lo que quiere es que le den lechuga y lo dejen dormir, y el encabezado es: "Tortuga Mordedora en el parque de Fidene, voraz y peligrosa, ha sido capturada". Y a esto le siguen tres parrafos narrando como alguien la vió, llamó al servicio, como el morrocoy es una especia peligrosísima para la sociedad, y como fue llevado a un centro especializado en animales peligrosos.
Afortunadamente, Fox Mulder estaba de guardia hoy y felizmente, nos pudo salvar de la iguana.
2 comentarios:
Si bien no vivo en Venezuela, leo constantemente sus diarios y lo conozco a la perfeccion. En este momento estoy por comprar Pasajes a
Caracas, para visitar a algunos familiares
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