martes, 11 de octubre de 2011

Hello Barbapapá

Hay dos formas de hablar italiano: gritando o recitando poemas. Gente más versada que yo en la materia me explican que mientras más al sur más gritan, y mientras más al norte, más recitan. En cualquier caso, todos tienen hermosas voces. Es difícil de explicar, tal vez es por el idioma. Pero hablan melódicamente, como si estuvieran repitiendo de memoria, concatenando palabras. Incluso los insultos vienen enredados en la canción, aunque se entienden perfectamente. "Vafanculo!" moviendo las manos hacia arriba y hacia abajo, tocándose los dedos índice y medio con el dedo gordo. Los italianos de acá no son como los de Venezuela. Los de Caracas tienen una forma de hablar que parece que te estuvieran diciendo siempre algo evidente. Los de Roma, aunque son atoradísimos, (cosa que se evidencia en su manejo), te tratan como si fueras un lindo peluche. Creo que es el trato al turista, el que he recibido hasta ahora, sin embargo, me gusta. Te miran a los ojos, dejan lo que están haciendo y hacen su mejor esfuerzo por entender y ayudar. Para mi es un alivio, ya que nuestra sociedad se ha vuelto tan hostil con los suyos, que francamente pensé que acá iba a recibir un trato similar siendo extranjera. He visto gente que se sale de los parámetros normales por colaborar con los demás, personas que se bajan antes de su parada para explicar bien como llegar a una dirección, funcionarios públicos explicándote cuales son los huecos en el sistema legal para que los aproveches, conductores de autobús que frenan de golpe para que se monte alguien que viene corriendo. Mención especial tienen los "guardianos" de nuestro edificio, (son como los gerentes/conserjes), quienes estoy segura que piensan que tengo algún tipo de retraso, porque me han tenido que rescatar tantas veces... entre que tardamos dos semanas en entender como funcionaba el pinche calentador, que al segundo día les entregué una tonelada de sábanas cagadas de gato, y que se me demagnetiza la tarjeta para entrar al apartamento más o menos cada tres días, yo percibo que ya las miradas no son de colaboración sino de lástima... lo cual explicaría que cada vez que voy a usar la lavadora, que es común, uno de los dos me quita la ropa y me dice que me avisa cuando esté lista. Supongo que pensará que me voy a meter con todo y ropa, o que voy a poner una barra de jabón en el enchufe, o algo peor.

Acá todo funciona diferente. Sobre todo las cosas relacionadas con el agua. Por alguna razón que como venezolana NO ENTIENDO, hay fuentes por todos lados, que continuamente están botando agua potable al piso, y solo hay que poner un dedo debajo del grifo para convertirlos en bebedero. El agua de la ducha y del lavaplatos me la puedo tomar, pero confieso que todavía esa barrera emocional no la he superado. Los baños son rarísimos, las duchas son super incómodas, el agua caliente es como ordeñar una vaca, las griferías son todas distintas, y hay que tirar el papel directo en el inodoro, cosa que encuentro detestable (si, yo se toda la explicación, pero igual me molesta)... los baños públicos están super limpios, pero la forma de bajar la poseta y encender los lavamanos y secadores de mano siempre varía... estos tipos son super creativos con ese tema. Una vez pasé como 2 minutos examinando un lavamanos en un centro comercial. Lo toque por todos lados. Pasé las manos debajo del grifo a distintas velocidades. Dije "jaio jaio... ohlolo... ohloloooo". Toqué las paredes y los bordes del lavamanos, y nada. Mientras miraba perpleja el sitio del que debía salir agua y no salía, entró una señora en el baño, me sonrió, y le dió con el pie a una palanquita que estaba serenamente camuflajeada en el suelo. Le dije "Grazie" y traté de lavarme las manos rápidamente para irme mientras aún me quedaba un poquito de dignidad.

Las modas también son divertidísimas. Hay una locura con Hello Kitty, y se ven por todas partes referencias a la misma gatita necia que amaba cuando chiquita. También hay una loca adoración por Barbapapá, aquellos muñecos franceses de los 70. Los chamos andan todos vestidos exactamente igual, y prestan una atención extraordinaria a los detalles. Las mujeres tienen unas piernas larguísimas y bellas, senos pequeños, y un sentido extraordinario del fashion, y le dedican muchísima atención al maquillaje de los ojos. Los hombres son hermosos y metrosexuales, y la tendencia marcadísima es un zarcillito brillante en la orejita.

En general, Roma es una ciudad hermosa, llena de gente amable y tranquila. Creo que podemos llegar a ser grandes amigas.


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