viernes, 25 de mayo de 2012

Pizza sin Pepperoni

Mi primer pedazo de pizza italiana fue particularmente terrible para mi: en una pizzería rustica pedí un trozo de una pizza con lo que parecían champiñones gigantes y queso. Amante de los champiñones, pero ignorante de su variedad, pensaba que todos los champiñones eran iguales, y al llegar aquí descubrí que hay un montón de tipos de hongos, y que una de sus variedades es llamada hongo champiñón, y aparentemente, es el único que me gusta. Estos hongos que pedí en mi primera pizza en Italia eran (descubrí luego) funghi porcini, y su textura es gelatinosa: es como morder un pedazote de grasa fría. Aquí son un hit, pero yo no puedo con ellos. De más está decir que ese primer pedazo de pizza me lo comí quitándole los pedazotes de "grasa" y dándoselos a mi hermana, que felizmente se los devoraba porque ella no tiene problemas con la textura de las comidas, como yo. A esta terrible experiencia siguió un profundo aprendizaje pizzístico, porque esta es mi comida preferida, y como es posible venir a Italia y que no le guste a uno la pizza del lugar.

En Venezuela se come básicamente dos tipos de pizza: la que se hace en hornos de leña al estilo italiano, y la  americana, que es la que venden en locales como Pizza Hut o Domino's. Ambos tipos de pizza llevan bastante salsa de tomate, queso mozzarella, y una buena cantidad de adornos. A veces hasta extravagante. (De hecho, recuerdo que hay una pizza que se llama Extravaganza o algo así). Mi pizza favorita en Caracas lleva su base de salsa de tomate y queso, con pepperoni, cebolla, champiñones y algún extra como jamón o maíz. Me gusta la masa normal, que es más bien gordita, no me gusta la extra-gruesa porque es como comer solo pan, y la extra-delgada tampoco, porque entre la salsa y el montón de cosas se hace imposible de comer con las manos. 

En las pizzerías italianas en Caracas, la pizza es muy delgada, y también lleva múltiples ingredientes sobre una masa particularmente delgada, con salsa y queso. Esa pizza es cocinada con horno de leña y usualmente hay que comérsela con cubiertos. 

Cuando uno viene a Italia llega con todo tipo de recomendaciones pizzísticas. Finalmente, aunque no se ha determinado quien la inventó, ciertamente fueron los italianos quienes la perfeccionaron, así que las expectativas con las que llegamos a Roma a comer pizza eran muy altas. La impresión inicial en mis primeros días fue un poco de sorpresa y de desilusión: la pizza aquí no tiene nada que ver con lo que yo estaba acostumbrada. Olvídense de una pizza repleta de adornos, con mucha salsa y queso. Eso aquí no existe. Y lo que orgullosamente llamamos "pepperooonnnni", aquí no existe, y una pizza con peperoni es una pizza con pimentón. Que por cierto, aquí es dulzón. Y el equivalente al peperoni es un salami picantoso, que se parece pero no es igual, pero las rodajitas rojas como tal, nadie sabe como se llaman o a qué demonios me estoy refiriendo. Así que es muy fácil quedarse lost in translation, con la fortuna de que aunque te equivoques ordenando, la comida va a ser buena, a menos que tenga unos pedazos inmensos de grasa fría que se hacen llamar a sí mismos "hongos".

Los romanos (no hablo por el resto de Italia porque sé que es diferente en cada región) tienen un ángulo bastante práctico con respecto a la pizza. Desayunan, almuerzan y cenan pizza. La comen en el metro, caminando, en sus casas, en frente de la computadora. Hay más de una pizzería por cuadra. Es abundante y barata, y puede resolver cualquier apuro. Hay tantas pizzerías aquí que es hasta un poquito cliché.


Además, hay varios estilos básicos de pizzería: está la pizza al taglio o pizza rustica, (que significa al corte), que viene en bandejas cuadradas y se vende por peso: uno le indica al vendedor más o menos cuanto quiere comer, y ellos cortan, pesan y entregan. De la misma forma se vende la pizza alla palla, con la diferencia de que esta pizza se cocina en una bandeja larga y se saca con largas palas de madera. También la cortan con una tijera y te la entregan envuelta en una servilleta. El pan es gordito y suave, y es casi imposible conseguir una pizza que tenga salsa y queso simultáneamente. Las combinaciones más comunes son: chorizo y queso, salsa y orégano, tomates cherry con albahaca y pedazos de mozzarella, jamón y queso, camaroncitos con rúgula, salchichon picante, queso y papas, y distintos tipos de hongos combinados con queso o con prosciutto. Nótese que en ningún caso dije "salsa y queso y..." Son buenísimas todas y conforman el tente-en-pie perfecto para cualquier momento. Cuando se pide para "portare via", o para llevar, te pican tu cuadrado por la mitad y lo cierran como un sandwich, llegando al extremo de la practicidad pizzística.

El otro estilo de pizza es el que se come sentado en un restaurante, o que se pide en el mismo restaurante para llevar. Aunque el estilo callejero me encanta, reconozco que este es mi preferido. Estas pizzas son más parecidas a las que conocemos en Caracas, ya que son hechas con un pan bien delgadito y crujiente en los bordes. Por lo general, en cualquier restaurante al que uno vaya, conseguirá más o menos el mismo menú: margarita, con queso y salsa, napolitana, (salsa, queso y anchoas), cuatro quesos, caprichosa (salsa, queso, aceitunas, huevo y alcachofas, a quien se le ocurre!), diavola (salsa, queso y salami picante), marinara (salsa, ajo y orégano), y algunas combinaciones con berenjena y hongos. Aquí la berenjena da hasta para postres y es muy común encontrarla en todos los platos.

Las pizzas además suelen ser individuales, por lo que los amantes de las anchoas como yo no nos tenemos que reprimir ante el disgusto general por el pobre pescadito. Curiosamente, la pizza con anchoas en Roma se llama "napolitana", mientras que en Nápoles se le llama "romana".

Los espero para darles el tour de la pizza romana  ;)

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